Durante todo este curso académico he realizado un curso superior universitario en la universidad Rey Juan Carlos sobre educación activa y acompañamiento respetuoso organizado por la violeta. Y el colofón final fue mi semana de prácticas en el colegio Andolina en Gijón. Ha sido esta formación vivencial, realmente transformadora.
En cuanto vi que uno de los lugares
seleccionados para hacer las prácticas era el colegio la Andolina, supe que allí
quería ir por varias razones:
Es un colegio de
Educación Infantil y Primaria HOMOLOGADO por la Consejería. Sin embargo, desarrollan el principio de Autonomía
Pedagógica de los Centros Docentes del Decreto 56/2007, de 24 de mayo, por el
que se regula la ordenación y establece el currículo de la Educación Primaria
en el Principado de Asturias, llevando a cabo un plan de trabajo innovador que
permite al alumnado no limitarse, para desarrollar todo su potencial pudiendo
llegar a exceder lo establecido por el currículo.
Viniendo
de la escuela pública, para mi es muy importante que un proyecto de estas
características esté homologado, siendo un referente para muchos otros
proyectos.
Andolina es una cooperativa, en la que son las familias las que autogestionan el
colegio y juntas sacan adelante el trabajo necesario para que el colegio
funcione. Todo surgió hace unos años,
cuando en el año 2009 un grupo de familias un
con una clara inquietud por promover un modelo educativo diferente al
actual, se unieron con un mismo deseo: dar a sus hijas e hijos una crianza y
educación respetuosa, en consonancia con el tipo de crianza que llevaban en
sus casas (parto natural, lactancia materna, colecho…). Decidieron dar el paso
de montar una cooperativa para sacar adelante en el año 2011 el proyecto de una
escuela activa, logrando la homologación por parte de la Consejería de
Educación, encontrando un equipo docente en sintonía con la línea pedagógica
que deseaban en la que el cuidado de los procesos naturales de desarrollo y
aprendizaje de los niños fuera un pilar fundamental, y donde pudieran aprender
desde su deseo de experimentar el mundo, desde el contacto con la tierra, sin prisas,
sin miedo a equivocarse, y localizando un edificio que cubriera sus
necesidades. Ese edificio es una casa de gran tamaño, con un gran jardín con
árboles centenarios, ubicada en Cefontes, parroquia de Cabueñes.
http://www.colegioandolina.org |
Está ubicado en las afueras de Gijón, Asturias, un lugar precioso que
aún no había visitado.
Podía conocer en persona a mi amiga
Soraya, a quien conocí por las redes sociales con el nombre Soraya PT AL hace más de un año. Además, lleva a su
hija a Andolina y nadie mejor que ella para contarme de primera mano uno de los
pilares fundamentales de la comunidad educativa de Andolina: la familia.
Al ser una cooperativa es un puente que sirve para
fomentar la interacción entre la escuela y las familias.
Existen distintas comisiones y las familias
participan libremente en alguno/s de estos grupos de trabajo, haciendo que el
colegio funcione y contribuyendo decisivamente a su viabilidad; desde luego que
es un gran ejemplo para sus hijos ver que todos los padres cooperan en
beneficio del colegio, porque el colegio es de todos.
Tras avanzar un camino de piedras, a mano derecha te
encuentras el cartel del colegio Andolina (golondrina en asturiano).
La casa que alberga el Colegio Andolina está situada a las
afueras de Gijón, en medio de un frondoso jardín donde viven árboles
centenarios y rodeado de zonas verdes. Tiene unas vistas preciosas mires por
donde mires. La universidad Laboral se ve al fondo de Andolina. ¡Se respira
aire puro!
Nada más llegar, me llama la atención que nos
reciben una hilera de botas de agua de los niños y las niñas que utilizan para
salir al exterior a jugar. Dan un aire multicolor al día oscuro que hacía.
De la mano de la hija de mi amiga Soraya, me fue enseñando los rincones de Andolina hasta
que llegó una de las acompañantes que se encargó de enseñarme el resto de
espacios y profesorado. Son cinco acompañantes
a jornada completa, dos en infantil y 3 en Primaria, otros dos a media jornada
(uno para cada etapa educativa), y una psicóloga que acude unas horas por la
mañana.
La semana que estuve de observación, era la previa a la
última semana de curso y eso se palpaba en el ambiente. Los niños estaban más
alterados de lo habitual, no porque tuvieran exámenes finales o terminar
trabajos pendientes, sino porque ya habían comenzado los preparativos para la
fiesta final de curso, y para hacer una fiesta sorpresa de despedida a una de
las acompañantes del proyecto. Ahora que menciono la palabra exámenes, se me
viene a la cabeza una conversación que tuve con una de las niñas de Primaria.
Me preguntó que como me llamaba y que hacía en su colegio. Yo la respondí que
me llamaba Vanesa y que venía de otro colegio para aprender. Ella se interesó
por mi colegio y me preguntó cómo era; al decirla que era un cole donde había
muchos niños, donde se mandaban deberes y se hacían exámenes, ella me miró con
cara de asombro y dijo ¿exámenes? ¿qué significa esa palabra?. En ese momento,
mirando a los ojos de esa niña, pude ver lo afortunada que era esa pequeña…
cualquier niño de sus edad e incluso menor, conoce de sobra la palabra examen,
porque desgraciadamente sufren la presión de tener que enfrentarse a exámenes
(incluso 3 por semana), que no sirven para nada, solo para desmotivar, y quitar
tiempo de descubrir, experimentar y jugar. Debemos de tener confianza plena en las capacidades del
niño para aprender, siendo él el verdadero protagonista de su proceso de
aprendizaje, dejando que sea el niño quien descubra sus motivaciones y eso le
lleve a nuevas necesidades, y por tanto a nuevos aprendizajes. De esta forma
respetamos el proceso madurativo y el ritmo de cada niño en cada momento, sin
juicios, exigencias y expectativas.
Una de las primeras preguntas que hice a mi
acompañante de referencia, fue la de saber cuántos niños había en el colegio; y
me sorprendió saber que en Andolina conviven más de setenta niñas y niños de
entre tres y once años. Con una ratio de unos 15 alumnos por profesor. ¡De esta
forma si se puede hacer una atención individualizada respetando los
ritmos de aprendizaje y prestando especial atención a la detección precoz de
dificultades!.
En Andolina los espacios están diferenciados, cada
uno tiene su nombre propio y están adaptados a los distintos niveles de
desarrollo en esas etapas, pero los niños pueden moverse libremente, sin
distinción de edad. Son los propios niños, quienes guiados por sus propias inquietudes
y preferencias deciden en qué espacio desean trabajar en cada momento. La única
limitación es que haya un acompañante cerca.
Hay espacios que favorecen la expresión corporal,
artística y musical. En otros se propicia más el juego espontáneo, y en otros
la concentración, por lo que en cada espacio se dan unas posibilidades de
trabajo, gracias a la organización de los ambientes preparados donde cada
material tiene su lugar en el aula y los niños dejan cada material dónde y cómo
lo ha encontrado. Pudiendo trabajar tanto en el suelo, como en las mesas, en rincones individuales, en zonas más amplias para el trabajo en grupo, incluso en el ordenador.
El primer espacio que conocí fue Monos, una de las dos aulas de infantil
que se ubican en la planta baja, por donde entran los niños de infantil. En
esta aula se ubican distintos materiales de construcción y juego simbólico. Hay
una cocinita y un mercado, una tabla de planchar, una cuna, muñecos, una tabla
de madera que sirve de rampa para colocar las vías del tren, un tocador donde
los niños se pintan la cara, una zona de juguetes de animales y estanterías
donde se colocan puzles, bloques de construcción…
Es un espacio destinado al juego más espontáneo y más
activo, donde el volumen de voz es más alto y donde los niños de Primaria pasan sus
ratos libres haciendo juego simbólico.
En este aula se entiende que el juego es el motor del
proceso de desarrollo del niño y constituye su actividad principal.
Me encantaba pasar ratos en monos, observando como los
niños y niñas se pasaban horas y horas jugando. Sin duda el material estrella
eran los policubos que son cuerpos geométricos formados por cubos iguales
encajados o pegados por sus caras. Es un material que tengo en mi aula para
hacer emparejamientos, clasificaciones y series. Se pueden usar como regletas
(tienen los mismos colores que las regletas Cuisenaire), para
realizar diversas actividades de geometría y para trabajar las fracciones…sin
embargo para estos niños tenían múltiples posibilidades, algunos construían
aviones, otros coches, otros naves espaciales…y dejaban volar su imaginación.
En Andolina siempre se respeta a uno
mismo y a los demás; se deja hacer y no se impone nuestros prejuicios y
expectativas.
Si se da la situación de que no dejaban jugar a un niño,
éste iba a buscar la figura de la acompañante que en todo momento está
pendiente desde la distancia a todas las necesidades y conflictos que puedan
surgir. La acompañante se dirige uno a uno a todos los niños que están
presentes, preguntando ¿quieres que juegue X? Y si todos decían no, se
respetaba la decisión de los niños, y en ese momento estaba para acompañar la
rabia y la ira del niño al que no dejaban jugar, verbalizando “ se que estás
muy enfadado porque tus amigos no quieren que juegues con ellos, pero siempre
les da una alternativa diciendo “podemos coger los dinosaurios y luego llamamos
a tu amigo para que venga a jugar con nosotros”. Sin duda este acompañamiento en la gestión de conflictos desde el
respeto, desde la calma, desde la empatía y desde lo emocional es una de las
grandes lecciones que me llevo.
Hasta aquí, la entrada de hoy, mañana os sigo contando para que el post no se os haga demasiado largo de leer.
Me ha encantado el post Vanesa!!! Y poneros cara a ti y a Soraya!!! Qué afortunadas, tú por poder hacer esa pedazo de formación y Soraya por tener esa súper escuela cerca y poder llevar a su hija! Qué descanses mucho, que te lo mereces!!! Nos vemos en septiembre!!! Besoooo
ResponderEliminarSúper Pt, te encantaría conocer este cole!! pero sobre todo, si vas a Gijón, no te tienes que volver sin conocer a Soraya, qué gran mujer!!
EliminarHola Vanesa, me quedó alucinada con la anécdota q cuentas... Yo creó q esta bien respetar pero a mi m suena un poco a marginación, no? A veces los niños son crueles y los grupitos hacen piña y a veces se ríen o desprecian al q es diferente o no les gusta... No se, creó q sería mejor acompañar dando alternativas para incluir o educar la empatia y mostrar como se siente el rechazado, no?
ResponderEliminarEspero tu respuesta. Me encanta el colé y tu post!!
Primero perdona por la tardanza...decirte, que la anécdota puntual que cuento tiene que ver con un niño que se acababa de incorporar hace poco al proyecto y que en todo momento tenía una acompañante para él, por tanto estaban en un proceso de adaptación. Yo no percibí en ningún momento que allí que excluía, sino que se respetaba en todo momento las decisiones de los niños. Estos niños, créeme son muy empáticos, tienen otra mirada sana que tristemente no se ve en todos los niños...y eso se debe a las familias con las que viven y la educación respetuosa que reciben. Saludos y muchas gracias.
Eliminarsabes que no admiten a niños con Nees???
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